domingo, 29 de enero de 2012

1* La Noche donde Todo Cambió (Edición final)

Jamás imaginé cómo sucedería el inicio de ese sentimiento en mi vida, al que llaman amor. Nunca pensé que esto sucediera de una manera tan extraña. Pero ¿por qué hablar de esto? ¿Por qué plasmarlo en unas cuantas líneas? Realmente creo que –como en muchos casos­­-- lo que nunca puede olvidarse es el primer amor.

Aunque a muchas personas les cuesta aceptar que no recuerdan las magnificas sensaciones de un primer beso, una caricia sincera o esas mariposas en el estomago, en el subconsciente siempre están presentes, pues la mente nunca deja de almacenar los momentos más felices.

Viejos amigos, el término de una relación y unas copas son los protagonistas de esta historia de mi primer amor, al que siempre esperaré en mi lado del sofá.

Me sucedió después de trabajar. La llamada de mi viejo y gran amigo Karlos llegó justo a tiempo. La invitación era muy tentadora: convivir con mis grandes amigos esa noche y revivir las anécdotas que me hicieron feliz alguna vez. Sin dudarlo acepté, puesto que mi alma no estaba bien.

Destrozaba mi estabilidad emocional terminar con Ximena, la niña que me alegro la vida sin que yo sintiera amor por ella; por alguna razón pienso que no me acostumbraré a la soledad.

Llegué al lugar indicado; mis amigos juntos después de más de dos años, y yo, con muchas ganas de saber de ellos. ¿Qué más podía pedir?

La velada transcurría, yo sentía mi cabeza dar vueltas y a mi cuerpo sin control. Necesitaba urgentemente respirar y reorganizar mis sentimientos, que por un lado eran de tristeza;, por otro, el cansancio del trabajo y alegría por esa agradable reunión. Así fue. Me dirigí como pude a la puerta del lugar y detrás mio estaba Karlos quien sabía que no me encontraba bien.

Fuera del lugar platicamos un poco sobre nuestra vida y, como era de esperarse de mi desenlace, amoroso. Lloré y reí recordando los momentos con aquella persona que ya no estaría más a mi lado. Karlos me escuchó y me aconsejó como llevar mi pérdida.

Esos 10 minutos fueron los mejores, pero teníamos que regresar a convivir con los demás; podía notar algo distinto en mi amigo y pensé que quizá por eso había organizado la reunión. Dude si preguntarle o no ¿Qué estaba pasando? Y en ese momento sucedió.

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